
Iglesia El Tabernáculo de Dios
La Parábola del Sembrador
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Referencia Bíblica: “Más el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno” (Mateo 13:23)
Introducción:
Jesús durante su ministerio terrenal se encargó de enseñar “Las Buenas Nuevas de Salvación”, esa era su misión y la visión era dar su vida en propiciación por todos nosotros. Hoy día al estudiar la palabra de Dios podemos asegurar que el Hijo de Dios cumplió el Plan de Dios. Tal fue su actuación en esta tierra que es considerado el Maestro por excelencia y cuando estduiamos las Parábolas podemos palpar la forma ejemplar como Jesús como Maestro utilizó las estrategias pedagógicas más eficases para que el pueblo entendiera el mensaje. Un buen maestro se esfuerza por hacerse entender por sus discipulos. Veamos cuanta enseñanza nos dejó el Señor Jesús en la Parábola del Sembrador.
Parábola de Sembrador:
El Señor empleó la Parábola como una forma de explicar verdades espirituales desde un contexto real, es decir, explico la palabra de Dios empleando situaciones cotidianas, como una manera de que sus escogidos entendieran el mensaje central de su ministerio. La Parábola del sembrador encierra una gran enseñanza, compara la Palabra de Dios con una semilla y nuestro corazón como la tierra donde cae la semilla. Para que se entendiese como es el resultado de escuchar la Palabra el Señor Jesús lo explicó de la siguiente manera:
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“…He aquí el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron”( Mateo 13: 3-4)
El Señor Jesús realiza una clara comparación de la Palabra de Dios con una semilla y el corazón del hombre como la tierra donde se siembra la Palabra de Dios. El sembrador es toda aquella persona que se deja usar por Dios para anunciar su palabra. El Señor Jesús dice que el sembrador salió a sembrar y la semilla cayó junto al camino, es decir, el lugar no era el más propicio para la siembra, quedó como al descuido y por lo tanto, esta semilla estaba expuesta a ser comida por las aves, y así ocurrió. La semilla no tuvo tiempo ni el cuidado adecuado para germinar, eso ocurre con la Palabra de Dios cuando una persona escucha un mensaje del Reino y no logra entender ni le presta mayor atención, viene el enemigo y arrebata lo que fue sembrado en su corazón.
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“Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra, pero salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó” (Mateo 13:5-6)
En esta segunda comparación el Señor Jesús relaciona la semilla que es sembrada en una tierra conocida como pedregales, es decir, había muchas piedras y la tierra no era la más adecuada, cuando los campesinos que trabajan la tierra van a realizar una siembra primero aran la tierra, la preparan para colocar la semilla, en nuestro corazón también pasa lo mismo, siendo este el terreno donde va a ser sembrada la Palabra, requiere ser acondicionada y preparada para recibir la Palabra de Dios. Jesús explicó en Mateo 13:20-21, que esto es semejante al que escucha la Palabra y la recibe con gozo en el momento, pero luego como no hay mayor búsqueda ni interés por profundizar en la misma, la raíz no logra profundizarse en la buena tierra y es de corta duración, pues al venir los problemas, la aflicción y la persecución por causa de la palabra, tropieza, la semilla no alcanza germinar ni crecer ni muchos dar fruto, el sol la quema y se seca.
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“Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron” (Mateo 13:7)
La Semilla es sembrada entre espinos, los cuales no le permiten crecer de manera satisfactoria y no la dejan respirar por lo tanto se ahoga y muere. Así mismo ocurre cuando hemos recibido la Palabra de Dios, conocemos la verdad, leemos la Biblia, vamos a la iglesia, pero aún así nuestras vidas están a expensas a los afanes de este mundo, vivímos concentrados en metas terrenales y perdemos la visión de lo espiritual (Romanos 12:2; Efesios 2:2, 1Timoteo 6: 9-10,17), estamos preocupados por aumentar nuestras riquezas y se nos olvida que no es en este mundo donde debemos atesorar riquezas sino que debemos velar por hacer tesoros en el cielo. Cuando esto pasa en nuestras vidas, todo ese afán ahoga la Buena Palabra de Dios que es viva y eficaz, y tristemente se vuelve infructuosa. (Mateo 13:22).
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“Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta y cuál a treinta por uno”( Mateo 13:8).
Finalmente el Señor Jesús se refiere a la semilla que cae en buena tierra, logró germinar, crecer y ser fructifera, la semilla logró cumplir su ciclo completo. Para que esto ocurra la semilla primero debe estar en buena tierra, debe ser cuidada, recibir todos sus nutrientes, y de esta manera a su tiempo dará el deseado fruto y será de bendición para el sembrador y para quienes puedan disfrutar de su fruto. Esto se refiere esencialmente a todos aquellos que hemos escuchado la palabra, la entendemos y nos esforzamos diariamente por hacer la voluntad de Dios, nos nutrimos con su Palabra y la busqueda continua de su presencia, esos son los alimentos espirituales necesarios para poder crecer y alcanzar la estatura de un varon perfecto “JESUCRISTO”, y no sólo crecer sino además dar fruto para que otros puedan llegar al conocimiento de la verdad a través de nosostros, si el árbol no da buenos frutos es cortado.
Conclusión:
No permitas que seas cortado y echado a la candela para ser consumido, limpia la tierra (tu corazón), saca todas las impurezas, cualquier cizaña que quiera crecer, mantén tu terreno siempre abonado, arado y dispuesto a recibir la rica savia que emana del cielo, del Padre Eterno, de esta manera vamos a ser tierra fértil, la semilla germinará y dará fruto no solo a ciento, sino a sesenta y a treinta por uno. ¡Gloria a Dios!
¡Dios te bendiga! Ministerio de Doctrina Escuela Dominical