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La Parábola “El acreedor que perdona a sus deudores”

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Referencia Bíblica:

 

“Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;  y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.” Lucas 7: 41-43

 

Introducción: Esta parábola se da en un contexto muy parecido a nuestra cotidianidad. Estamos rodeados de ambientes donde la competencia es galopante, donde los aires de superioridad, orgullo y prepotencia nos ahogan. En el trabajo, en el mercado, en el colegio, en todo lugar es una lucha para que gane el más fuerte. Pero, en nuestro andar como cristianos debemos entender que las relaciones interpersonales funcionan de otra manera. Jesucristo el autor y consumador de la fe, nos enseñó a través de relatos ficticios muy parecidos a nuestro diario vivir, como lo son las parábolas, las normas morales elementales por las que debemos regirnos, donde la Fe y el Amor debe prevalecer y mayor que todos es él.

Términos Básicos:

Un fariseo: Líder religioso, eran sectarios, defendían la ley mosaica a toda costa, el rasgarse las vestiduras era una señal de indignación, de haber recibido un insulto público o dolor por duelo. Eran prepotentes, legalistas, intransigentes. Les gustaba discutir puntos doctrinales interpelando al oponente en público. No vivían lo que decían creer.

Pecador: Un Pecador es una persona que ha cometido un acto en contra de la voluntad de Dios.

Maestro: Persona que se dedica a la enseñanza y que tiene título para ello. Persona de gran experiencia en una materia.

 

Rabí: Título con que los judíos honran a los sabios de su ley.

Acreedor: Es la persona que tiene derecho a pedir que se cumpla una obligación de pago.

Deudo: Es la persona que debe un capital que ha recibido de un acreedor.

Perdón: Acción y resultado de una persona al olvidar la ofensa que alguien ha cometido en contra de ella.

Fe: Convicción de lo que se espera, certeza de lo que  NO se ve.

Esta parábola está precedida por un evento donde hubo una manifestación de fe y de amor de gran magnitud. Vemos a una mujer que aunque no estaba invitada a casa del fariseo Simón, buscó la oportunidad de cambiar su vida para siempre, de acercarse al hacedor de milagros, de arrepentirse de su vida pasada y decidió darle los honores al Rabí, a Jesús.

Entonces al ver la reacción de Simón,  Jesús se ve en la necesidad de contarle una historia al Fariseo para darle una lección de amor y perdón.  Cuando Jesús le habla acerca del acreedor se refiere a la autoridad que él tiene de perdonar nuestros pecados, cualquiera que sea,  la magnitud y cantidad que sea y que sólo es necesario tener Fe, un corazón que lo reconozca y esté arrepentido.

La mujer pecadora se acercó a Jesús con fe, su confianza en Jesús produjo un acto de honor y amor que dio pie a que la misericordia de Jesús la alcanzara. Esta mujer lo amó mucho pues se sintió  perdonada en gran manera. Delante de la presencia de Dios todo queda al descubierto. (Hebreos 4:13).

A diferencia de Simón, su orgullo y prepotencia no le permitieron hacerle los honores a Jesús pues él no lo veía como igual y aunque le rogó (quizás con una motivación errada), dejó en evidencia su duda y dijo (Lucas 7:39) “éste, si fuera profeta” en un tono descalificativo, reconocería el tipo de mujer que está a sus pies. Simón como buen fariseo y líder religioso no pudo ver a Jesús como Dios, ya que los judíos creían en que sólo Dios podía perdonar pecados, mientras que la mujer si lo hizo y eso demuestra su fe. Simón al expresar su juicio acerca de la interrogante de Jesús utilizo la palabra, “pienso”, en otra versión usó, “supongo”, la lógica lo llevó hacia la respuesta correcta como lo dijo Jesús pero no era parte de su convicción.

Debemos imitar a la mujer que dio honor a Jesús, pues sólo aquel que admite el profundo pecado que hay en su ser puede apreciar todo el perdón que Dios ofrece. Solo el que reconoce y confiesa su debilidad puede recibir la fortaleza y cobertura de lo alto para seguir en paz. La verdadera libertad se alcanza subiendo los escalones de la fe, con actitud de humildad y amor como consecuencia de la obra redentora de Jesús.

Conclusión: Es necesario entender que Dios nos mira a través del sacrificio de Su hijo Jesucristo y que para Él TODOS merecemos el perdón de nuestras deudas ya que el pago fue hecho por Jesús en la Cruz, y que Dios está dispuesto a olvidar todas nuestras transgresiones (Isaías 43:25, Jeremías 31:34, Hebreos 8:12, Hebreos 10:17) y darnos de su paz, sólo si le reconocemos. NO es difícil recibir el perdón de Dios pues no está basado en nuestra capacidad de perdón sino en Su amor eterno a través de la Sangre derramada de Jesús.(1 de Juan 1:7).

El orgullo, la altivez, la prepotencia,  sólo produce que Dios se aleje de nosotros. (Salmo 138:6. Romanos 12:3).

El Padre anhela que nosotros recibamos su perdón sin dudar, le demos honor, disfrutemos de su paz y renovemos nuestra manera de vivir por el Poder de Su Espíritu Santo que viene a morar en nosotros una vez que le reconocemos como nuestro único y suficiente Salvador.


¡Dios te bendiga!                                                                                                                                                         Ministerio de Doctrina Escuela Dominical       

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